Qué rápido pasa el tiempo. Tempus fugit, el tiempo huye, el tiempo vuela y nos coloca cumpliendo las rutinas del cambio de año: las uvas con las campanadas, las cenas en familia, felicitaciones y deseos de que se cumplan nuestros sueños y aspiraciones, intercambio de imágenes de todo tipo en los servicios de mensajería instantánea… En el fondo nos preparamos para tener 365 oportunidades por delante, aprovechémoslas.
El Concierto de Año Nuevo es otra de esas rutinas que se suceden año tras año. La Filarmónica de Viena, bajo la batuta de Daniel Barenboim, nos ofrece en este comienzo del año 2022, un nuevo concierto plagado de temas compuestos por la familia Strauss. Y cumpliendo una tradición casi milenaria la sala se engalana con arreglos florales, el director tiene la potestad de elegir el repertorio que interpretará la orquesta con polkas, valses, oberturas de operetas y otros temas de otros compositores. Este homenaje a las composiciones de la familia Strauss de la Filarmónica de Viena me resulta siempre una agradable rutina para el primer día del año.
Durante el concierto siempre se sucede alguna que otra broma musical del director o de los músicos que rompe la seriedad del momento. Este año han interpretado la Polka del champán de Johann Strauss que ha incluido el sonido de un descorche de una botella al finalizar la pieza. O en el tema Night Revelers de Carl Michael Ziehrer, que han interpretado a continuación, la orquesta ha cantado y silbado una melodía mientras acompañaban algunos instrumentos de viento.
La retransmisión del concierto siempre incluye algunas escenas grabadas previamente con alguna coreografía de ballet que se sincroniza con el sonido de la sala donde se realiza el concierto. Es de destacar los diseños de vestuario del ballet y este año el Ballet Estatal de Viena han interpretado el vals Las Mil y una noches de Johann Strauss, con coreografía de Martin Schläpfer y el vestuario con diseño de Arthur Arbesser.
Otra anécdota de la Filarmónica de Viena se refiere a su disposición, diferente a otras, en las que destacan los contrabajos situados en la parte trasera junto a la percusión, en vez de estar situadas a la derecha del director.
Y para no faltar a esta tradición, todos los directores que cada año están en la dirección terminan siempre el concierto con tres temas como bises del concierto. El primero de estos bises siempre es a elección de cada director. A continuación, se interpreta El bello Danubio azul de Johann Strauss en el que la orquesta realiza una entrada “en falso”, se para y felicita el Año Nuevo. Para terminar el concierto nunca falta la Marcha Radetzky de Johann Strauss padre, famosa porque se invita al público asistente al concierto a acompañar con palmadas a la Filarmónica.
Este año Daniel Barenboim ha hecho algo inusual al hacer la parada y felicitar el Año Nuevo, dando unas palabras recordando la situación de pandemia actual y reivindicando la enseñanza de la música.
Este concierto se repite varios días en Viena y solo se retransmite el que se celebra el día 1. No sé si esos otros días terminan de la misma forma. Podremos escucharlo de manera digital a partir del día 7 de enero y a partir del día 14 en formato CD.
