
Anacronía es el título de una columna que firma Juan Bas en el periódico El Correo de hoy domingo 19 de abril. Todavía no aparece en la red de manera gratuita pero se podrá leer dentro de unos días en la página donde se recopilan todos sus artículos: Juan Bas El subtítulo acota mejor el significado de su título Ante una crisis de esta envergadura resurge lo que creíamos desaparecido.
En estos días en el que las noticias tratan sola y exclusivamente sobre el mismo tema (casi siempre ocurre lo mismo), hace que artículos como este te hagan reflexionar. Reflexiones que hacen aflorar esas ideas que te rondan por dentro, que no acaban de tener forma, hasta que de repente conectan con otras exteriores que lees en la prensa, escuchas en la radio o ves en las noticias de cualquier cadena de TV., se produce un fogonazo y en ese momento lo ves claro.
La anacronía es la falta de coherencia cronológica, voluntaria o accidental, en un relato y que consiste en situar hechos o personajes antes o después de la época en la que se desarrollaron. Y nosotros parece que vivimos en una anacronía constante, que se repite, constantemente. Muchas veces nos referimos a que algo es anacrónico porque ya no pertenece a este momento histórico, es algo pasado, y que sin embargo, aflora y se hace presente. Nos hace decir que eso no tiene valor porque pertenece a un tiempo pasado ya superado.
Juan Bas relata en su columna varios sucesos que están sucediendo en estos momentos de crisis sanitaria. Algunos terribles o quizás todos ellos. Me parece imposible que algo así suceda en este sigloXXI, en nuestro entorno, en lo que es la llamada civilización occidental. En la meca de la cultura y la civilización impresiona y parece terrible que pueda suceder.
Creíamos que todo esto ya estaba bastante hablado, que se habían llegado a acuerdos, que científicamente se sabe que determinadas acciones no curan y sin embargo se vuelve sobre viejas historias y se duda y se pone en tela de juicio actuaciones médicas y decisiones administrativas con el ánimo de socavar y desgastar. Las personas que no están confinadas porque están atendiendo en los hospitales, siguen atendiendo en los supermercados, recogen la basura o distribuyen la cadena alimenticia hacen que tengamos una cierta seguridad y nos sintamos protegidos. No todo está «patas arriba» gracias a ellos.
Esas mismas personas son señaladas como posibles casos de contagio y ciudadanos o vecinos próximos les exigen que se vayan, que cambien de residencia, se les presiona con pintadas insultantes. Es algo impropio e inaceptable y totalmente anacrónico y fuera de lugar. Impresiona comprobar que a pesar de creernos que estamos en un sociedad avanzada se vaya todo «al garete» por actuaciones semejantes.
Esto no hace más que confirmar que hay que seguir defendiendo maneras de pensar y actuar, en contra de otras que que habíamos creído anacrónicas, pensábamos que eran anacrónicas porque estaban superadas y habíamos pasado a otro estadío.
No nos debemos olvidar de lo que hemos visto, sentido y de lo que nos hemos dado cuenta durante este confinamiento. Deberemos tomar altura para saber ver, distanciarnos del problema para saber analizar con certeza y juicio. No podemos enterrar esta crisis en la amnesia.
Respondiendo a la pregunta del título de este artículo, no vivimos en una anacronía. Se confirma que en momentos de crisis afloran las debilidades y las fortalezas y hay que seguir creando corrientes de opinión y debate de calidad y cualidad humana.